NOTAS

De Sámano a Gómez Fierro

Por:

Jorge Andrés López Espinosa / PULSO

 

El Estado Democrático y Constitucional de Derecho tiene dos grandes pilares sobre los que descansa toda la infraestructura de la que se compone, el primero: la observancia irresricta de los derechos humanos; el segundo: una auténtica división de poderes, que a su vez tiene como principal fortaleza la independencia entre sí de cada uno de ellos.

Así, todo Estado que se jacte de ser Democrático y Constitucional no deberá jamás simular ni lo uno ni lo otro, so pena de convertirse en viles Estados Jurídicos a merced de dictadorzuelos como aquel ficticio personaje de apellido Vargas, que inmortalizara Damián Alcázar en su Ley de Herodes, personajes que al pasar de la ficción a la realidad  “transforman” sólidas naciones en caricaturas de repúblicas.

Para evitar que esto ocurra, uno de los derechos fundamentales que deben estar garantizados es el del acceso efectivo a la justicia constitucional, es decir, la posibilidad de que todo gobernado pueda acudir a solicitar el amparo y la protección de la justicia por considerar vulnerado alguno de sus derechos, sea por actos del poder o por leyes, de esas que se promulgan sin una discusión parlamentaria, -si estimado lector-, el derecho a pedir amparo contra esas leyes a las que, obedientes legisladores no les cambian ni una coma.

Y es en esos momentos cuando JUECES (así con mayúscula) valientes, decididos, arrojados, se atreven a desafiar al poder con los dos únicos instrumentos que tiene un impartidor de justicia: la fuerza de la Constitución y la razón del Derecho.

De juzgadores de ese tamaño, la historia de San Luis de la Patria registra al inmortal Don Pedro Sámano, quien estando en funciones de Juez el 13 de agosto de 1849 dictó, la que a la postre sería la primera Sentencia de Amparo en la historia, en contra de la orden de destierro decretada por el capricho de un Gobernador en agravio de su enemigo el ciudadano Manuel Verástegui, amparo que no sólo evitó una injusticia, sino que además, marcó un hito en la historia del constitucionalismo mexicano, pues le dió sentido y razón de ser al Juicio de Amparo mexicano.

Ciento setenta y dos años después, San Luis Potosí se coloca nuevamente a la vanguardia en la defensa de la Constitución, el Juez Juan Pablo Gómez Fierro, orgullosamente potosino, egresado de nuestra máxima Casa de  Estudios, con enorme valor, determinación, pero sobre todo con profundo conocimiento del sentido que tiene la figura del Amparo contra Leyes, determinó suspender primero de modo provisional y posteriormente en definitiva la Ley de la Industria Eléctrica, publicada el pasado 9 de marzo, esta acción, al igual que le ocurriera a Don Pedro Sámano con el Gobernador, en este caso también desató la ira del promulgador, de la persona que ordenó no se le cambiara una coma a su iniciativa antes de convertirla en Ley, pero además solicitó a la Judicatura Federal una investigación en su contra, sin perder ocasión de amedrentarle desde la palestra matutina.

Acciones como la del Juez Gómez Fierro lejos de intimidar, fortalecen, nos hacen creer a millones de mexicanos que frente al ejercicio faccioso y abusivo del poder siempre estarán la razón y el derecho.

Estoy cierto que su atinada y valiente decisión formará parte de los análisis jurídicos más intensos, pero también que su nombre acompañará al del Juez Pedro Sámano en los anales de la historia del derecho mexicano, recordándonos a todos que el mayor enemigo del poderoso siempre será su propio Ego, pero sobre todo que las Instituciones son muy valiosas, demasiado valiosas para mandarlas al diablo.

Hasta la próxima.

Twitter @Jorge_Andrés78.

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